Monday, November 13, 2006

Deseo.























El deseo que me drena las energías estos días es uno muy intenso. Me turba la mente casi en todo momento. Es un deseo que seca, pero que al mismo tiempo nutre. Un deseo que me despierta por las mañanas, interrumpiendo sueños donde satisfago mis ganas.

Unas ganas de arrancar botones con los dientes, de rasgar telas y piel con las uñas. De lamer lunares en lugares escondidos y besar una a una las vértebras de una columna. De sentir el calor de un cuerpo tendido, desnudo, a mi lado, sobre o debajo. De beber el sudor salado de un cuello y aspirar con fuerza el aroma de un aliento que no es el mío.

Este deseo hace que me sienta caer, para levantar el vuelo casi inmediatamente. Un deseo que en teoría se asemeja a un orgasmo interrumpido y a la inversa. Y debido a eso, tengo los sentidos agudizados más de la cuenta. Siento más el frío, el calor, el hambre, la ansiedad, el vacío. La luz matinal que se filtra por entre las persianas y que perfora mis párpados, es más dolorosa. Aunque, contradictoriamente, los sabores y los olores se vuelven más confusos, así como las texturas. El dolor se torna más intenso, el sueño también, pero el insomnio siempre gana la batalla.

No hay razones que expliquen este deseo. Es de una naturaleza tan animal, y es de un animal tan extraño, que no hay definición exacta o ley que se pueda aplicar. Incendia las entrañas, humedece los ojos y oscurece la memoria. Los murmullos internos se vuelven voces que gritan, y todas gritan lo mismo: ¡ya, lo quiero ya, lo queremos ya, lo quieres ya! Y contra esas voces, no hay quién las calle.

Mis manos se sienten vacías, de esas manos; ansiosas de pasearse por ese cabello, o por ese pecho y abdómen. La ausencia de ese cuerpo enfatiza la presencia de otros cuerpos, lo cual llega a ser incluso molesto. Así como el peso de la ropa. Vuelve insoportable a la vestimenta, y la desnudez se convierte en un estado recurrente.

Así también las fantasías de que mis manos son las suyas cuando se pasean por mi cuerpo, en un vano intento de sosegar las ansias nocturnas. Y cuando llegan a mi entrepierna, donde palpita más fuerte el deseo, es donde me doy cuenta que mis manos no son tan hábiles como las suyas. Y aun si pudiera llegar hasta ahí, yo sé que mi boca no podría provocar el mismo efecto que la boca con la que sueño.

Es un deseo por volver a comer y beber algo de lo que ya me han convidado antes. No es sólo una alegoría de lo que podría ser, sino de lo que ya fue. Una repetición, que no igual, de un momento único de mis recuerdos. No de mis sueños, sino de una realidad.


Que está ahí, latente... pero que no llega. Y yo espero... y espero... y...

Monday, July 10, 2006

Hoy soñé contigo.




Me perdí por un momento en la niebla de la fantasía; se gastaba el agua de la regadera, alguien gritaba, pero yo apenas escuchaba, porque soñaba contigo.

Sentía correr la frescura por mis hombros, como besos, como lamidas húmedas. He soñado contigo esta mañana y tengo una sonrisa tatuada desde entonces.

Te cantaba un blues al oído, ese que tanto me gustaría que escucharas. Contoneaba la cadera, seducía a una imagen reflejada en el azulejo; he soñado contigo y contigo nunca me lo hubiera imaginado.

Con mis manos recorría tu piel también mojada, trataba de encontrar un lugar dónde dejarlas y que a tí también te gustara. Pero tú no decías nada, sólo sonreías. Aunque para mí, eso bastaba.

Qué poderosa es la fantasía, que trasciende fronteras y viaja millas enteras para encontrarse con la imagen de aquel que puebla mis noches y traerla a mis días. ¡Y en la regadera! Cuando más vulnerable estoy, hoy al contrario, ese estado despertó mi lascivia.

Un grito más me sacó de mi estupor. Miré nuevamente y vi sólo la fría pared. Empapada, de agua y de mi propia humedad. Esta mañana soñé en la ducha contigo y soñar contigo me gustó.




Feliz Cumpleaños, P. Este es para tí.

Wednesday, May 17, 2006

LA CAJA DE FAROS.

Creo que nunca te vi bien la cara. Cuando te asomaste por la ventanilla, la luz te daba por detrás y resaltaba la oscuridad del interior del auto.

-Bueno, bonito y barato- me dijiste.
-¿Limpio?- te pregunté.
-También.

Tiraste tu cigarro y subiste; casi inmediatamente cruzaste las piernas. Te retorciste incómoda, metiste la mano bajo tus nalgas y sacaste un juguete de goma.

-Perdón, eso es de los niños. Échalo atrás.
-¿Hijos?
-Sí, dos. Niño y niña.
-Ok, da lo mismo.

Te jalaste un poco la falda y volviste a cruzar las piernas. Yo miré tus rodillas, enfundadas en medias de red. Tu voz ronca y aguardientosa me indicó el camino al hotel más barato y cercano. Esa voz me excitó inmediatamente. Tú te diste cuenta de cómo me humedecí los labios.

-Mira nomás, no abre aun su regalo y ya se emocionó.
-Es que tienes una voz muy cachonda.
-Es el frío... y el cigarro.

Pedí un cuarto en la ventanilla de la recepción. Subimos tres pisos por las escaleras. Tú por delante, enseñándome las nalgas. Yo creo que exagerabas al moverlas, pero no me quejé. Ese contoneo me excitó más. Llegamos a la puerta y la abriste, lanzándome una mirada traviesa sobre tu hombro. Pa' mí que a tí también te gustan esas ondas, no creo que fueras tan amable con todos tus clientes cada noche.

Entramos a una penumbra azul, apenas clareada por un foco de la calle. Yo me quedé junto a la puerta. Tú caminaste hasta la cama, te quitaste tu bolerito de peluche y empezaste a buscar algo en tu bolsa. Sacaste una caja cuadrada.

-Qué onda, hablemos de precios.

Encendiste otro cigarro y me recitaste el menú. No imaginaba que hubiera tantísimas opciones para alguien como yo.

-El dinero no importa- saqué un fajo de billetes de la bolsa de mi chamarra-. Quiero pasarla bien... es... es mi primera vez con una mujer... como tú.
-Ah, en ese caso, te mereces un trato inolvidable. Ven, acércate.

Yo esperaba una mujer fría, que estuviera ahí sólo para hacer su trabajo. Pero fuiste tan dulce y amable, comprensiva. Me desnudaste con suavidad, como si el tiempo no importara. Y claro que no importaba, desde que viste el dinero. Me dejaste desvestirte de la misma manera, sutil, pausada, mirando cada detalle de tu piel morena. No creí encontrarme con alguien tan linda en la calle. Tus senos firmes eran más bonitos que los pocos senos que había visto en mi vida. Tus pezones aun eran pequeños, no de esos grandes que se les hacen a las mujeres que ya tuvieron hijos.

Tu vientre, plano, terminaba en una negra maraña de vellos sin depilar. Pero tu pubis me gustó. Y sí, se veía limpio. Tendrías mi edad, acaso, por eso no me sentí ni más ni menos que tú. Sólo sabía claramente que tú sabías más de esto que yo, que estúpidamente sólo podía mirarte sin atreverme a tocarte. Tú tomaste mi mano y la pusiste en tu pecho. Hiciste lo mismo con la tuya en el mío. Y así, me guiaste hasta la cama.

No esperaba que esta experiencia fuera tan grata. La incomodidad pasó desapercibida ante tus caricias y besos. Yo creí que las de tu oficio no besaban, pero esa noche fue como si la hubiera pasado con una novia y no con una puta. Cuando desperté, el dinero que había dejado en la mesita de noche ya no estaba; en su lugar, quedaba una caja de cigarros, de esas que son como latitas. Tenía pintado un corazón volador que me miraba, me perforaba, me leía la mente y veía mis recuerdos de la noche anterior. Esas memorias de mi primera vez con una mujer. Después de 35 años, entregada a hombres egoistas e inútiles que nunca me pudieron satisfacer, viniste tú y me diste una noche completa de todos esos orgasmos que ellos no pudieron darme.

No vi bien tu cara, pero guardaré tu cajita de cigarros y así esta noche nunca la voy a olvidar. Y menos mi marido si se entera en qué me gasté la quincena.

Monday, March 20, 2006

Fake Celibacy.

Tu ex novio está en la ciudad. Vino y no a visitarte a tí, como otras veces. ¿Lo sientes como lo sentías antes? ¿Sientes las mismas ganas de verlo? Yo creo que sí, aunque lo niegues. Puedes decir que no, pero tus ojos aun se iluminan cuando alguien menciona su nombre. Todavía miras sus fotos, a quién quieres engañar. Escuchas esa canción y aun te acuerdas de él. Aun suspiras por él. ¿Que son sólo los recuerdos de los buenos tiempos? ¡Por favor! Tú ya tienes novio, dices que según lo amas. Pero no han pasado ni seis meses cuando jurabas que todavía lo amabas. A él. A quien llamabas "el amor de tu vida". ¿No decías acaso que con él sí te casabas? ¿Que con él si planeabas a futuro? Él sí te completaba, ¿verdad? ¡Y cómo latía tu corazón cada que te visitaba! Te traía regalos, besos, orgasmos. ¿Eras feliz? Claro que sí. ¿Lo eres ahora? No, ¿verdad? Tan sólo de pensar que está tan cerca de ti y no puedes abrazarlo nuevamente. Porque él ya no quiere verte más. Porque también teme caer en ese vado donde tú estás. En esa hipocresía de asegurar que ya lo olvidaste y aun no. Y tu novio, tan tierno, él sí te ama y tú lo traicionas con el corazón, que es peor que traicionar con el cuerpo. No quieres tener relaciones con él, que dizque porque practicas el celibato. Con él no lo haces, pero bien que te acuerdas de esa noche, ¿verdad? click... bzzzzzzzz... Esa maravillosa noche que todo encajó perfectamente... bzzzzzzzzz... No llovió, el cielo dejaba verse repleto de estrellas y una enorme luna que les sonreía, cómplice de sus planes lascivos... bzzzzzzz... No, lascivos no. Lo suyo sí era amor, del bueno. La suya sí fue entrega completa, sin mentiras, sin pretensiones... bzzzzzzzzzz... Cómo le temblaba la mano cuando metió la llave en la cerradura, para abrir la habitación. Te fascinó que no pareciera cuarto de hotel de paso, sino de un bonito hostal campestre... bzzzzzzzzzzzzz... La cama un poco dura, pero qué importaba, estaba limpia. Y el baño también... bzzzzzzzz... Tantos años de estarlo haciendo y ahora te ponías nerviosa. No sabías por dónde empezar. Querías darle la mejor noche de su vida... bzzzzzzzz... Jugaste un rato como si no supieras a qué habían ido a ese lugar. Brincaste en la cama y encendiste el televisor... bzzzzzzzzzz... Te daba pena que te viera desnuda, ¿verdad? Siempre te han dado pena las estrías, los rollitos. Pero él no veía más que tu cara, a veces tus senos... bzzzzzzzz... Y tú lo veías todo, te lo querías comer, como ese coreano canibal que así le demostró su amor a su víctima alemana. Querías morderlo... bzzzzzzzzzzz... Sus ojos, tan grandes y de pestañas tan largas, como de niña, como si se los pintara. Y esa sonrisa tan peculiar, tan bonita... bzzzzzzzzz... Te gustaba que fuera tan alto y grueso, no te gustan flacos. Y con manos y pies grandes, siempre has tenido un fetiche con los pies, ¿verdad? ...bzzzzzzz... Las manos pequeñas te dan asco, parecen de niño y no pueden cubrirte ni un seno, qué pena. Pero él sí, te cubría todo un seno y hasta te rozaba el otro... bzzzzzzzzz... Y vaya que sabía tocarte. No sólo los senos, también los hombros, la espalda, atrás de las rodillas, las rodillas incluso... bzzzzzz bzzzzzz... Verlo desnudo fue un deleite, ¿te acuerdas? Hasta te sonrojaste y no pudiste evitar soltar una risita golosa. Te gustó lo que viste... bzzzz bzzzzzz bzzzzzzzz... Esa piel morena y suave, ese abdómen plano, sin estar marcado. Esas piernas, como si de verdad hiciera ejercicio, cosa que bien sabías no era cierta. El vello corporal donde debía estar... bzzzz bzzzzzzz... Ya desnudos ambos, tú pretextaste frío para esconderte bajo las sábanas. Lo dejaste ahí parado frente al espejo. Y te asomaste de bajo la cobija y le disparaste una de esas miraditas tuyas, como de lolita... bzzzzzzz... pero ya no eres una niña, ¿sabes? Eso se lo ibas a enseñar un momento después. Tu mirada dulce/perversa fue para él una invitación a seguirte a la cama... bzzzzzzzzz... él no corrió como tú, sino que se movió lentamente, como calculando. No escondía su excitación, era claro... bzzzzzzz bzzzzzzzzzzzzzzzzz... "Por fin" pensabas. Él se hincó sobre la orilla de la cama, impasible. Su peso te hizo deslizarte un poco más cerca de él. Te acostaste boca abajo y te recargaste sobre tus brazos, mirándolo excitada... bzzzzzzzzzzzzzzzzzz... Notaste cómo su mirada se paseó por todo tu cuerpo. Ya no tenías vergüenza. Sólo estabas muy, pero muy excitada. De pronto él comenzó a moverse lentamente... bzzzzzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzz... Su boca llegó hasta tus nalgas y te mordió una... bzzzzzzzzz bzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzzz... Una intensa ola de sensaciones te recorrió; sólo pudiste cerrar los ojos y gemir débilmente. Y así él recorrió el camino hasta tu cuello, a pequeñas mordiditas. Cada una de ellas te encendía más... bzzzzzz bzzz bzzzzzz... Y sin siquiera sospecharlo, él te volteó súbitamente y su cara tranquila había cambiado. Ahora sus ojos sacaban chispas y su sonrisa era perversa, como tu mirada... bzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz... Para él, ya era hora. Para tí también. Abriste las piernas invitándolo a acercarse. Y lo que hizo te sorprendió bastante... bbzzzzzzz bzzzzzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzz... Su cabeza se perdió bajo las cobijas y rápidamente descubriste su paradero: entre tus piernas. Lo que le haya susurrado a tus otros labios, nunca lo supiste, ellos callaron a partir de entonces... bzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzzz... Pero será uno de los secretos más deliciosos que hayas querido saber. Toda tú estabas sonrojada, yo diría que hasta inflamada... bzzzzzzzz... Adentro de tí, muchas cosas pasaban, inexplicables. Te aferrabas a la almohada como si estuvieras pendiendo de ella, sobre un acantilado... bzzzzz bzzzzzzzzzzzz... Entonces él subio de nuevo y sentiste cómo te llenaba. Cómo te invadía. Pero tú no opusiste resistencia... bzzzzzzzzzzzzzzzzzzz... Tus piernas se trenzaron automáticamente a su cintura. Y sus bocas se trenzaron en un frenético baile en vaivén de lenguas. Y sus cuerpos, que bajo la luna parecían acaso un bulto bajo las sábanas, simulaban una barca en la deriva. Yendo y viniendo con el ritmo de las olas... bzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzzzzz... Una y otra vez, mientras entonaban una melodía de gemidos a dos voces. Los tuyos menos graves que los de él. Pero sí más sonoros... bzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzzzzz... Recorrías sus hombros y su cuello con tu lengua, con los dientes. Él te dejaba sellos de saliva en la clavícula, entre los senos, en los pezones... bzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzzz bzzzzzzzzzzz... ¡Y entonces fue que lo sentiste! ¡Ya sabías lo que iba a pasar! ¡Él también! ¡La parte de color de sus ojos desaparecía tras los párpados abiertos! ...bzzzzzzzzzz bzzzzzzzz bzzz bzzzzzzzzzzzzz... ¡Tú apretabas la oscuridad dentro de tus ojos, encajabas las uñas en su espalda! ...bzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz... ¡Apretaste tus entrañas y entonces él dejó escapar algo de su interior, que se refugió en tí! ¡Y de pronto algo se rompió, porque sentiste ese escalofrío que te recorre cuando oyes que se rompe un vidrio, pero la sensación potenciada por miles! ...bzzzzzzzzzzzz...

¡Un gemido, tus músculos se tensaron todos! ¡POR UNOS SEGUNDOS EL MUNDO DEJÓ DE
GIRAAAAAAAAAAAAAAAAR!




...bzzzzzzzzzz... click...
Ya guarda eso en tu cajón, creo que tu mamá escuchó.
Día de limpieza.



Recuerdo muy bien el día que le regalé una aspiradora a mi mamá: había cobrado mi tercer cheque del año y me sentía de ánimo dadivoso.

Mi madre por fin había accedido a sustituir su vieja y descontinuada aspiradora, por una maravilla moderna, una "devora polvo", que también poseía la cualidad de aspirar líquidos. El día que la probó, quedó maravillada con la potencia y efectividad de su nueva compañera de trabajo. "Esta sí saca la mugre, no que la otra con su penoso poder de succión, apenas la remueve". Pero la nostalgia no la dejó deshacerse del vejestorio anterior, que fue almacenada en un oscuro e irónicamente polvoriento rincón.

Pero cuando me mudé a mi propio departamento, no tuve que rogarle a mi mamá para que me permitiera llevarme la vieja aspiradora. "Con tal de que la uses" agregó a su respuesta afirmativa. Así pues, la reliquia de la limpieza y yo, entre otros objetos, partimos hacia nuestro nuevo hogar, lleno de esperanzas... y polvo.

Los primeros meses en el departamento fueron terribles, tanto por las carencias como por la soledad. Peor aun: yo carecía de pareja, así que me sentía muy sola. Consideré muchas veces comprarme un vibrador, pero era eso o la delicia de desayunar con jugo de naranja y café fresco durante un mes. No había punto de comparación: jugo y café, definitivamente.

He de ser sincera, también había momentos positivos; como los días de limpieza. Me permitían absorberme en mis pensamientos, hacer una lista mental del super, cantar a todo pulmón, fantasear con aquel tipo guapo y gandul que se me había frotado en el metro... Y precisamente una de esas fantasías, aunada a una coincidencia maravillosa, fue la que prendió esa idea que hoy atesoro en mi vida.

Cierto sábado de limpieza, fantaseaba con el repartidor de agua de casa de mi mamá, cuando justo comenzaba a aspirar. Reparé en la forma del implemento para esquinas y algo en mí tronó como cuetito de feria. "No, mensa; ni siquiera lo pienses". Seguí aspirando atrás del sillón, tratando de alejar mis pensamientos del aspecto fálico del accesorio, pero mi imaginación no quería desprenderse de él.

"No, que asco. Las bacterias que ha de tener, mejor olvídalo" me decía a mi misma, cuando un terco papelito se negaba a pasar por el tubo. Cuando obligué a pasar la basurita con mi mano, ésta sintió la succión de la aspiradora. Inconscientemente la dejé ahí por un rato, haciendo cálculos y consideraciones mentales. Entonces me decidí. ¿Qué perdía? Absolutamente nada. Y si en todo caso mi experimento resultaba un fracaso, no habría más testigo que el gato, que siempre huía del sonido de la aspiradora.

Temiendo por mi salud, sometí al accesorio tubular a una minuciosa limpieza con gel antibacterial y agua. Volví a unirlo al tubo de la aspiradora, me quité los calzones (dejé la falta puesta) y, cerrando los ojos, lo llevé a mi entrepierna. ¡Oh, la sensación de succión! Inmediatamente me recordó a Alfonso, mi ex-novio, excelente amante que gustaba de chuparme el clítoris como si fuera popote. Y la sensación que me provocaba la aspiradora era extrañamente familiar.

Cada vez que acercaba el accesorio a mi vulva, era como estar nuevamente con las piernas separadas y la cabeza de Alfonso entre ellas. Esa sensación enceguecedora, ese miedo de perder la conciencia en cualquier momento, un delicioso mareo.

Desde que había abrazado la idea como posible, había comenzado a lubricar, pero en ese momento de descubrimiento, sentía mi vagina más húmeda y caliente. Al sentir que las rodillas se me doblaban, decidí recostarme en el suelo. Ahí disfruté aun más la doble sensación de succión y vibración que el objeto de limpieza me regalaba, evocando el día de mi cumpleaños # 23 en una cama del Hotel Roosevelt.

A tal grado había llegado mi placer que incluso sentía mis pezons luchando contra la tela del brassiere, quería arañar el suelo y la única manera de contener un sonoro gemido era mordiéndome el labio.

Con mi mano libre, comencé a recorrer mi cuello, el pecho, tratando inútilmente de desabotonarme la blusa, el abdomen, los muslos. Cada caricia la sentía como gloria y a tan sólo pocos minutos la sentí llegar. Retorciéndome y moviento la cadera, experimenté un húmedo, violento, intenso y exquisito orgasmo. Sin poderlo evitar, un grito de placer se escapó de mi garganta hacia mi boca y de ahí al espacio. No me preocupé mucho entonces y seguramente los vecinos pensarían que estaba cantando.

Cuando me levanté para apagar el aparato, mi clítoris palpitaba agitado y yo apenas podía recuperar la respiración. Este experimento había resultado de verdad muy positivo. Me incorporé por completo y fui al baño. Me miré en el espejo y descubrí una sonrisa que hace muchos días no se asomaba.

Hoy mi madre me mostró un catálogo con un "super ofertón" de aspiradoras de última generación, para que considerara sustituir al vejestorio. Me negué terminantemente. Mi madre no sabe de la estrecha relación que hay entre mi aspiradora y yo. Mi casa no estará muy limpia, pero yo cada sábado sonrío.

Me pregunto si existe una parafilia que defina el sexo con electrodomésticos.
La frase de la semana: MALA HIERBA NUNCA MUERE.

Y así, como tengo gente mala acechando cada uno de mis pasos (lo cual, no es por nada, pero se siente muy bien tanta atención), también tengo muchísimos amigos, aliados, amantes y por demás gente que me quiere, aprecia, apoya y auxilia en momentos como estos.

Estoy entera y eternamente agradecida con Paul (a.k.a. MadHater) del Foro de Malnacido, quien con su gran sabiduría me ayudó no sólo a recuperar los cuentitos erotipornos, sino también a recuperar algunos post de la alma mater Psychosomatico (Ahora Psychosomatico, pero psychoinfiernatico... ehm, como sea).

Sólo espero que mis asiduos lectores, ustedes, me hayan reencontrado fácilmente. Pronto republicaré todos los cuentos y unos más. Los quiero, los aprecio, los estimo, los admiro, a unos más o menos que otros. Y por todo, gracias.
Así es. También Cuentitos Erotos valió madres. Pero no se preocupen. Todo va y viene, todo pasa y todo queda, chalalá. Los Cuentitos regresarán, igual de chistosos y lights.

Si alguien los guardó, los imprimió, los... no sé, lo que haya hecho, pero que los tenga disponibles, por favor, hágalos llegar a mí. A quien lo haga, se lo agradeceré eternamente.

Los quierooooooo, no lo olviden, besitos mua mua.