Tuesday, October 07, 2008

Satisfacción.

Durante mucho tiempo, dos años por lo menos, lo deseé a él. Escritor bizarro y onírico, él es uno de esos hombres que sin ser guapo, seduce. De voz increíblemente cachonda, sólo le bastaría susurrarle una pregunta cotidiana al oído de una mujer, para que ella caiga rendida.

O por lo menos sólo a mí me bastaría. Porque lo deseaba de una manera muy particular. Admirándolo profundamente lo deseaba.

Cuando él decidió que era hora de conocernos, por supuesto que accedí. Esperando lo mejor, afilé mis mejores armas, me cargué con una botella de tequila Chamucos a manera de ofrenda y me dirigí a la tan anhelada cita. No lo niego, fue agradable, pero no llegó a ningún lado. Plática amena, risas y el placer de conocernos mejor. Fue todo.
Yo realmente podía notar en él su decepción. Yo era más alta y regordeta de lo que él creía. Seguramente eso fue lo que provocó el resultado de esa noche: ambos partiendo solos a nuestras respectivas camas.
Por eso me sorprendió que nos encontráramos nuevamente. "Quiero que nos comamos" era su capricho. Él sabía que aceptaría, sabe lo mucho que me fascina, más allá de un plano corporal, en un plano idealista. Accedí y en pocos días estábamos listos para satisfacer las ganas. La habitación de un hotel barato nos dio el espacio propicio para brindar con tequila y satisfacer su deseo y el mío.
En el preciso momento en que posó su mano en mi cuerpo, un delicioso vértigo se apoderó de mí. Por fin se cumplía mi fantasía, por fin podría su carne contra la mía, sentir su calor, saborear su saliva y tal vez otros fluidos.
Cuando deseas a alguien tanto como yo lo deseaba a él, te imaginas las cosas de una manera, pero como ocurrieron fue algo deliciosamente diferente. Su tacto es tan preciso, increíblemente delicado mientras besaba y lamía mi pubis y rudo y animal al abrazarme y chuparme los senos mientras me penetraba de la misma manera.
Hablando de eso, la mayor sorpresa fue el tamaño de su pene. Siendo un hombre de no más de 1.65 mt. de estatura, creí que sus genitales no serían tan grandes. Antes de verla, la sentí. ¡Vaya que la sentí! Una está habituada a que las cosas entren sin mayor trabajo. Desafortunadamente así ha sido gran parte de mi vida. Nunca había tenido problemas con que algo no entrara.
Cuando por fin pude darle un vistazo, descubrí una de las vergas más hermosas que he visto. No, debo ser franca: he visto una o dos tan lindas, porque los penes son horribles, pero éste, a pesar de no estar circuncidado, era particularmente bella. Tenía la longitud más que perfecta y un grosor envidiable, exquisito.
Ponerla toda en mi boca representó un reto que lamentablemente no gané. No pude comerme más de la mitad y aún así él parecía disfrutarlo.

Y fue así que consumamos un deseo que llevaba largo tiempo macerándose. Eso fue hace casi dos semanas. Hoy tengo un gran problema: habiendo probado su carne y su jugo, me confieso adicta. Lo deseo más, no: lo deseo de otra manera, lo deseo intensamente, lascivamente.

Y en unos pocos días volveré a felarlo como sólo el objeto de mi más oscuro deseo se merece. Toda la noche, hasta que él se canse o se me disloque el maxilar, lo que suceda primero.

Que mejor que desear, que satisfacer los deseos.

4 comments:

sra. anilau said...

Aaaay pinche Bruja, me pusiste harrrrto ganosa y eso que anoche... bueno anoche! yo creo que hoy le pediré la revancha a mi amado.

Saludos Brux, soy lectora anónima de este y tu otro blog, un gusto comentar

P. Brux from Hell said...

No, pos cómo que anónima... si lo que más me gusta es la retroalimentación y la chacota con mis fellow blogueros. Ojalá comentes más seguido, anilau. Agradecida que leas.

luna said...

Que bueno que cumpliste tu deseo cachondon, (no se te olvide siempre el globito )

P. Brux from Hell said...

No le quedan.
Por mi madre, en serio no le quedan los normales. Como sea, me gusta a pelo.